sábado, 31 de diciembre de 2011

La vida después de la muerte

Explosión de luz
que invisibiliza
mis lágrimas, ya casi secas

Intensidad apabullante
tanto que parece eterna
y que en un segundo me lleva del horror al renacer

Las lágrimas del horror tropiezan,
cerca de mis párpados, con las de la emoción
y se funden,
del mismo modo que lo hacen los cuerpos
al ofrendar un abrazo a mi amigo, exhausto pero vivo

El miedo fue lo que lo devastó, igual que a mí
¿Cómo puede ser que vivas si estuviste muerto?
Tu alma se apagó, fue un segundo, tal vez más
El telón se bajó para los dos en ese instante
Y mis pulmones se llenaron de aire al ver nuevamente tu sonrisa

Como en los sueños,
cuando al recordarlos divisamos una llama
y sabemos que el fuego fue mucho más grande
pero nos quedó sólo una parte de él
se da aquí el camino inverso: el fuego empezó a crecer otra vez
tu alma dio vida,
la vi entre la luz que enceguecía, ¡y desperté!

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Castigo

Un muchacho arrodillado,
inclinado ante un gran balde
de madera con agua, donde hunde sus manos
para lavar un harapo, vigilado
por dos piernas eternas y una muñeca firme
que sujeta un látigo.
Esa es la escena.


Y la escena tiene: la cara mortificada,
desanimada, ausente del muchacho.
Tiene también las rodillas severas,
los muslos inmutables y una cara
que no se ve pero imaginamos.


La escena sería un castigo,
de una mujer a un hombre,
una revancha, justa o no,
una venganza milenaria.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Ciudad perdida

Entre la desidia y el olvido,
la risa y la resignación,
lo urbano te despertó una lágrima

Sos experto en desilusiones,
sabés bastante de traiciones
y un amigo te vendría bien

¿En quién confiar ahora?
¿Cómo no darle la espalda a todo?
No entendés nada y nadie te entiende aún

El humor y el reproche rioplatenses son el trasfondo
de lo que te atañe e involucra.
Un paisaje solitario, siempre allí, a metros

Quien despierta tu sonrisa tiene mucho por ganar,
igual que vos.
Todo el tiempo que pasó está tan lejos hoy

No me arrepiento de nada, dijo.
Pensar tanto como sentir
Sufrir por algo, y ante la duda, reír

viernes, 23 de diciembre de 2011

Isla II

Desde donde se ve aquel sol naranja caer
es otra isla,
parecida de a ratos a un desierto,
o a un campo.
Decí que pasa un tranvía cada tanto.

Los pibes y nenas chapotean en el barro,
en los charcos que deja la lluvia entre los pozos.

De a poco va anocheciendo y lo vemos como una pintura
a lo lejos, para el lado del norte o del otro sur.
El sol todavía regala su luz,
en dosis modestas va soltando sus últimos hilos de vida,
las últimas señales del día.

No hay:
ni muchos edificios ni muchos árboles,
y es así que se destacan en el cielo algunas estrellas,
las primeras a esta hora, como faroles diminutos.

Hay mucho ruido para ser un campo,
mucha desolación para ser ciudad.
Siempre se oye algo, una música,
una risa, un lamento.

Mientras nos alejamos por un camino
salpicado de maleza, pastizales
emanando entre las cicatrices del asfalto,
y del sol queda casi nada,
no sabemos cuándo volveremos,
pero sí sabemos que la rueda nunca deja de girar
para las miles de personas que viven en la isla,
como baldosas, una al lado de la otra.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Sintonía fina

La cabeza en una cubetera, en un freezer
o 10 mil litros de agua a la nuca.
Todo para no pensar, para fluir
sumergido con destino a una constelación de corales
rodeados de viento calmo y fresco.
Todo para oxigenar la piel y los huesos.

Me acechan mis pensamientos,
amenazan con llevarme puesto.

Veo una versión de mí en un futuro bastante cercano,
vaciando la cabeza de ideas en un río movedizo,
donde brilla la sal típica del mar a plena luz del mediodía.

Junto a mis amigos terminamos un rato de ocio para empezar otro,
y así descansar del anterior.
Rebotan en los pinos de atrás y retumban sus risas tenues,
al ver que de un lado viene el río y del otro viene el mar
y se miran.

Descubro que donde empieza mi vista el cielo es celeste,
pero luego blanco y rosa.
Concluyo el segundo rato de ocio y me dispongo a dormir.

martes, 20 de diciembre de 2011

Quieto II

Arde en llamas la habitación en la que me encuentro.
Puede que sea de cuatro por tres, o que no tenga paredes y sea eterna.
Temo por no sentir calor:
Temo por no poder escapar...
y por no poder y además no poder morir

Un ojo aterrador crece en el centro del fuego.

Desolador es creer que tal vez
la salida sea ese ojo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Isla


Perdido, pero solo
Solo, pero tranquilo
En paz y despojado
Así sería en una isla

Pasión por lo desconocido,
Arrancando y desmintiendo todos los signos del pasado familiar,
esas huellas en las que no se reconoce,
las marcas de quien teme a lo nuevo

A veces el más perdido
es el que sabe todo lo que va a pasar

Pasión por el sur,
ni ciudad ni provincia,
tecleando, haciendo equilibrio entre dos abismos,
el que expulsa y el que expulso

Me puedo acostumbrar -pensó-
al mal olor, a lo gris, a lo hostil,
y admiró su don para convivir
con lo bello y con lo agrio,
hacer pie en lo diverso

Una pelota de cuero,
transpirada por obreros,
desgajada, emparchada,
rumbea indecisa entre adoquines,
camino al riachuelo

La persigue, escapa de ella,
la pelota moribunda
acompaña al llanto de sus ojos
que buscan su consuelo

Isla, despojo, libertad
Lo más parecido en el sur es la isla Maciel,
que se divisa entre nubes rojas si cae el atardecer

Esta noche en el sur es un cerrojo
que clausura la imaginación
y borra los caminos de regreso a casa
Por eso más vale esperar a que nazca la mañana
y traiga consigo la pasión de lo desconocido

jueves, 15 de diciembre de 2011

Nunca estuve aquí

Este es el barrio sin veredas,
se camina por la calle se respira en una cuadras
aire puro y en otras lo que emanan las fábricas
en las que trabajan los mismos obreros que viven
en el barrio sin veredas con acacias y tilos.


Un chico que siempre persigue nuevas melodías,
doblando en callejones, en las calles en damero del barrio
sin veredas, con acacias, tilos y perros sin dueño,
las persigue en el tiempo que le queda entre un trabajo y otro.


Este es el barrio en el que la gente se hizo humo,
o se fue a tomar mate adentro porque afuera está muy frío.
Estoy esperando que llegue el verano para que se poblen las calles
o para confirmar que a las personas de este barrio las esfumaron
y que el barrio fue olvidado, por cínicos, por insensibles,
o tan sólo por inútiles.


Nunca estuve aquí.
Este momento real es lo más parecido a un sueño.
Este barrio es de los despojados y de los desterrados
el más lindo. Demasiado para ser visto.
Demasiado simple, o lo suficiente.


Cuando cae la lluvia de tilos y acacias es una fiesta.
Y es cuando sí se sale a la calle,
con calor o con frío,
en este barrio, más oscuro que un abismo.

martes, 13 de diciembre de 2011

Una vida

Qué es el tiempo
sino aquello que nos acerca a la muerte
En busca de una pintura de época
que nos alargue el tiempo
o que lo acorte pero así vuelva más urgentes las locuras
¿Cuáles?


En busca de los pinceles y los colores
que pinten el paisaje y sus coordenadas
Ellas son el pasado, el presente y el futuro
El aquí y el allá


Todo fue extraño y onírico
No se reconoció en la ciudad que habitaba
Esa ciudad que -pensó- mereció mito de fuego
De fuego o de volcán siempre latente, aunque sin tanto miedo
De llamas que todo lo envuelven: te quema o te abriga


En busca de los tonos que hagan juego con esa melancolía
Genera un sinsabor sospechar
que salpicar el presente de un celeste suave es lo más atrevido


Sabe que cerca se está jugando a vida o muerte
Y no es que haya que elegir
Algo heroico hay cuando lo que se ofrenda es la vida
Y también cuando se elige vivir lo más posible
Son dos caras de una moneda poco corriente


En algo se parecen el tiempo y la suerte
Aunque lo primero nos envuelve a todos
Y lo segundo está determinado por su singularidad
Hay un punto de encuentro: no podemos evitarlos
Con el tiempo, además, cada uno hace su experiencia
Lo singular es lo que cada persona elige segundo a segundo

sábado, 10 de diciembre de 2011

Verano


El verano trae consigo situaciones irreales,
lindas, imprecisas, oníricas,
e inyecta toneladas, pinceladas,
océanos de poesía en las calles,
mojones, parcelas de belleza

Polleras floreadas volando al viento,
con la única brisa del día,
y sandalias percutando las baldosas flojas,
bicicletas ochentosas esquivando árboles y lianas,
Estilos y formas de otras ciudades, alojadas aquí

Un baldazo de agua en la vereda
se lleva las historias de anoche,
pero justo donde entra y cae el saludo de la luz solar,
pálida e impoluta,
se abrazan los planes futuros con avistaje al mediodía

Se retuercen, se revuelcan las ideas y deseos
indecisos, imprudentes, infrecuentes
Se trenzan en pacífica disputa carnal a media altura,
rozando los codos de los troncos centenarios,
se elevan sobre las cabezas, exhibiendo algo
de sus cuerpos desnudos, semi cubiertos por sábanas fantasmales

El vigor del verano maniata a esos cuerpos, nacidos de los cuerpos,
los hace evaporar y se mudan a otros barrios.
Lo que queda es una estela fresca que baña las sombras, abandonadas
por las pieles suaves de vecinas, de vecinos, transpirando ellas y ellos
planes, proyectos, sueños,
ideas y deseos.

Quieto

Llegando a la curva, comenzó a olerse el tufillo de la razzia.
Antes de que el mármol sellara la agonía, el rumor de un sonido desplumó a los sentidos

Lo que mata de miedo es la espera
Lo que asfixia es el silencio
Las señales son simples gotas cayendo o estrellas fugaces
Asustan -es cierto-, invaden...
como un cuchillo que entra, pero que también sale...
Y así resulta el mayor sufrimiento el que no se sabe cuándo termina

El camino es rectas y curvas,
luz y penumbra,
sombras deformes

Rumores del afuera,
de lo que no es esto,
se cuelan desde lungos ventanales,
y hacen trastabillar a la idea de realidad

Si los muros tuvieran que hablar,
tendrían nada para decir,
sus voces serían inexpresivas,
monótonas, con el aliento abortado.

A falta de vida,
las moscas resuelven morir
dejándose caer, yo escuchándolas,
rígido de miedo cada vez, buscando confirmar
con mi mirada lo que pasa, si es que pasa,
a la vuelta de cada columna, donde late
siempre una amenaza nueva.