domingo, 11 de marzo de 2012

El fin

¿Vendrán a llevarse todo? ¿Se lo llevarán?
La pregunta cae como una lágrima, desde el borde,
el único borde, vértice filoso que queda de la montaña,
desde donde se ve aquella otra montaña, a punto de ser muerta

Las copas son arrancadas de los árboles
por un viento imparable sin dirección.
Da igual resguardarse o entregarse

Algunos valientes huesudos enfrentan al vendaval
exigiendo a sus hombros hacia atrás,
mordiendo a la tierra húmeda y a las piedras con las uñas de los pies

Las casas ya son sólo dibujos en una postal,
sólo sirven para fijar los marcos del camino,
el único que se ve en medio de tanto pastizal

Una fuerza, que no sabemos bien de dónde viene,
sacude hasta lo finito, lo inerte, lo sutil,
lo bello, lo tranquilo, lo que queda,
lo sencillo, y transforma en trastorno a la paz de este lugar

Las grietas más escondidas,
las cicatrices de la tierra debajo de los matorrales que resisten
reciben las noticias de la tempestad

Los cuerpos sospechan que esta vez no habrá tregua
y que además no podrán soportar el embate

Una mirada limpia, clara,
inalcanzable por el temporal,
ve todo derrumbarse

El polvo va cubriendo el paisaje,
al que cada vez le queda menos para mostrar

Todo se ve efímero.
Descartable.
Sepultado.

De lo que fue hay pocos recuerdos.
De cómo pasó, casi nada...
Es inasible el ahora.
Y nadie espera un después.

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