viernes, 2 de marzo de 2012

Orientación

De la frivolidad a la seriedad hay menos de un paso.
Un soplo, un suspiro...
Una línea raquítica las divide.
Entre ellas, deambula la liviandad, hoy de moda,
entre otras.

La vida te sobrepasa,
se hunde en vos, te doblega.
Allí, ciertas lecturas pasean tu pensamiento
por las vidas de individuos irrepetibles,
esos extraterrestres fascinantes que visten nuestra piel,
hablan nuestro idioma y que disfrutan de la vida
aunque vayan acarreando sus angustias.
En ellos te mirás a veces.

Pensar en el rol del Estado
en las sociedades posmodernas
mientras corrés para no perder el colectivo
        y acordarte de un chiste de la infancia
que se dijo en un recreo escolar
mientras pensás las respuestas de un exámen de Historia Contemporánea
son dos incongruencias de igual tamaño.
Pero así vivís la vida,
sin encontrar un lugar, uno único y exacto,
que pueda calzar en un molde o servir a un esquema.

Por momentos -inesperados-,
pareciera que dos grandotes burlones
e inasibles van empujándote de cada lado
sin que puedas elegir el carril ni el rumbo.
Pero no hay rumbo,
hay preguntas que se reemplazan unas a otras,
y también resquicios.

Está la pintura del mundo
que lo muestra con andariveles precisos,
rectas, figuras y cuerpos,
y están las pinturas irregulares,
camaleónicas, mutantes
con sus destellos incomprensibles
en los que nuestros cuerpos desafían
a la realidad, haciendo brotar
lo que nos hace falta. 

Dos avenidas monstruosas se cruzan
y yo miro a todos los lados posibles
como perdido en el desierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario